Imagen de varios de los participantes delante del edifico de obediencias.
La Cartuja de Nuestra Señora de Las Fuentes, ubicada en el municipio de Sariñena, es uno de los conjuntos monacales más imponentes y singulares de Aragón. Además de su iglesia y estancias de uso religioso, el recinto conserva otros edificios anexos, entre ellos, la casa de obediencias, que ha sido objeto de un amplio y completo proceso de participación ciudadana destinado a reflexionar sobre sus futuros usos. La conclusión ha sido unánime: debe ser un inmueble polivalente, donde combinar hospedaje con gastronomía, cultura o formación. También se plantea la posibilidad de vincularlo con actividades ecuestres y ciclistas.
Tras ocho meses de trabajo compartido, el proceso de participación ha concluido este sábado en el propio conjunto monacal con una sesión de retorno que ha incluido una presentación y una visita al edificio de obediencias, donde las propuestas del grupo han tomado forma a través de una serie de paneles explicativos con recreaciones visuales de cada estancia. Al acto, han acudido alrededor de 30 personas.
La vicepresidenta segunda de la Diputación Provincial de Huesca, Celsa Rufas, ha sido la encargada de dar la bienvenida a los asistentes, a los que ha agradecido su presencia y participación en un proceso que ha calificado de «pionero» al tener en cuenta las propuestas de la ciudadanía. Ha explicado que el objetivo de la institución ha sido dar voz a los agentes locales, especialmente a las personas que residen en los municipios de la zona de influencia de La Cartuja, ya que «son los que sienten como propio el monumento y además, quienes mejor pueden imaginar y soñar junto a nosotros su futuro».
Rufas ha recordado además que hace justo ahora una década que la DPH adquirió el conjunto monumental, que estaba al borde de la ruina, y desde entonces, ha invertido alrededor de cinco millones de euros en su rehabilitación, incluyendo la restauración de las pinturas de la iglesia y la tribuna firmadas por fray Manuel Bayeu, cuñado de Goya.
La visita ha sido conducida por el coordinador técnico de La Cartuja, José Miguel Pesqué.
La visita de este sábado ha sido conducida por el coordinador técnico de La Cartuja, José Miguel Pesqué, y la arquitecta de la DPH, Laura Puyal. Durante el recorrido, los asistentes han podido conocer elementos patrimoniales destacados del edificio de obediencias como la gran chimenea, el horno, las antiguas cuadras o el polvorín construido durante la Guerra Civil.
El proceso participativo, que comenzó en octubre de 2024, ha incluido varias sesiones, entre ellas, sendos talleres organizados en Sariñena y Lanaja con el apoyo de las empresas especializadas Fractal e Inteligencia Colectiva. Ambos han colaborado estrechamente con la DPH y el Gobierno de Aragón, a través de la dirección general de Relaciones Institucionales, Acción Exterior y Transparencia. Las conclusiones extraídas muestran un consenso claro: no limitar el edificio a un solo uso, sino abrirlo a una amplia variedad de actividades compatibles entre sí. También tienen claro el respeto a los elementos originales del espacio.
En la planta baja se contempla la creación de un punto de información o recepción, que a continuación disponga de un espacio destinado a la hostelería, para que pueda dar servicio con o sin concesión, y que cuente con habitaciones para grupos, familias y usuarios individuales, así como un bar-restaurante y cocina libre. En la planta superior se concentrarían los espacios culturales y sociales: una sala modular, aulas, talleres, salas de reuniones y zonas expositivas. En el exterior, se proyecta una explanada polivalente, jardín, zona lúdica, espacio para caravanas e incluso un área vinculada al uso ecuestre o al turismo en bicicleta, en conexión con rutas como la Orbea Monegros.
«Lo primero que queremos es conservar la estética del edificio, sus materiales y sus tesoros, y, al mismo tiempo, adaptarlo al siglo XXI», ha dicho Rufas. A partir de las propuestas que deja el proceso participativo, el siguiente paso será la elaboración de un Plan Director que recoja las actuaciones necesarias y después, la redacción de los correspondientes proyectos, priorizando las actuaciones más necesarias para consolidar y rehabilitar el edificio, entre ellas, la renovación de la cubierta.
La concejala de Cultura de Sariñena, Irene López, también ha participado en la jornada y ha valorado de forma muy positiva el proceso y en general, la implicación de las instituciones con el monumento. En su opinión, «La Cartuja es una joya patrimonial que merece ser conocida. Este proyecto puede convertirse en un revulsivo, atraer visitantes y abrir la puerta a nuevas iniciativas culturales y turísticas».
Dentro de los participantes, ha habido varios vecinos y vecinas de las localidades más próximas. Rebeca Conte, vecina de La Cartuja de Monegros, se ha mostrado emocionada por formar parte del proyecto. «Nosotros lo hemos visto desde niños, y cada año estaba más deteriorado. Ahora vemos que se cree en su potencial, que se está invirtiendo, y eso nos da esperanza. Espero que el uso que se le dé repercuta en el pueblo y en la zona», ha afirmado.
El edificio de obediencias, con más de 1.000 metros cuadrados repartidos en dos plantas, formaba parte del sistema de servicios y oficios del antiguo monasterio. Aunque está integrado en la muralla, es independiente del conjunto religioso y ofrece amplias posibilidades para su rehabilitación y puesta en valor.
