Asociaciones, colectivos y vecinos despidieron agradecidos a su párroco.
El municipio de Grañén despidió ayer con emoción a su párroco, Antonio Santamaría, después de 56 años ejerciendo con entrega y pasión su labor pastoral en Los Monegros. A sus 81 años, ha sido destinado a la parroquia de San José de Huesca, donde verá reducidas sus obligaciones y desplazamientos.
Al finalizar su última celebración, y desde el altar, dijo no ser amigo de homenajes ni despedidas, pero sus paisanos ya lo habían dispuesto todo para sorprenderle a través de un sentido acto que buscaba agradecer su trabajo y dedicación. Asociaciones, colectivos y vecinos se reunieron en el pabellón, con el deseo conjunto de demostrar su gran cariño hacia quién ha ejercido de padre, confidente y amigo.
Al lugar, Antonio Santamaría entró acompañado del Obispo de Huesca, Julián Ruíz, y el Vicario de Pastoral, José Alegre. Para recibirlo, los integrantes de la cofradía local hicieron sonar sus tambores y bombos y después, fue el turno de la escuela municipal de jota, que le dedicó una pieza alusiva: «Vamos a homenajear a Antonio Santamaría/ toda una vida en Grañén/ siempre ha sido uno más». A modo de portavoz, y visiblemente emocionado, David Elbaile tomó la palabra: «Hoy es un día de agradecimientos; agradecimientos siempre como párroco, cura y mosén, por hacer tan bien tu oficio; pero sobre todo como vecino, amigo y en mi caso, como hermano».
La banda de música ‘A chuflar a la vía’ también interpretó varias piezas dedicadas al sacerdote, que fue obsequiado además con la vestimenta de calle de la cofradía Santiago Apóstol y la pañoleta de Santa Águeda. A ello, en nombre del conjunto de la población, el alcalde de Grañén, Carlos Sampériz, sumó el regalo de tres cuadros con fotografías de las iglesias de Fraella, Curbe y Grañén. Para el primer edil, Antonio Santamaría representa la conocida como teoría del caos, que, tal y como explicó, dice que el aleteo aquí de una mariposa puede provocar un huracán en la otra punta del mundo. «Antonio ha sido el aleteo de la mariposa en los corazones de muchas personas que ha provocado grandes y profundos cambios», dijo.
A las palabras y gestos de cariño, Antonio Santamaría respondió como siempre lo hace, con amor e inteligencia, utilizando las palabras justas, las que alimentan el alma y el corazón: «El recuerdo es una forma de presencia y por lo tanto, yo me quedo con vosotros y me voy sabiendo que vosotros os quedáis conmigo». También animó a los asistentes a seguir el evangelio de Jesús, nutriendo de enseñanzas el día a día y creando comunidad.
Por la mañana, antes del acto sorpresa de homenaje, pronunció las mismas palabras desde el altar, despidiéndose con sencillez y sentimiento de su gran familia. La escuela municipal de jota y el Coro de los Hombres, del que forma parte, le acompañaron en su última celebración. «Amigos, siempre amigos” fue una de las canciones que le dedicaron, con el fin de recordarles que siempre será uno de ellos.
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