COVADONGA ÁLVAREZ

«Fueron meses duros, por el aumento de trabajo y el miedo a lo desconocido»
Covandonga Álvarez, en el interior de su farmacia en Grañén.

Covandonga Álvarez, en el interior de su farmacia en Grañén.

Covadonga Álvarez es una mujer práctica y decidida, con un modo de vida que se ajusta a las condiciones del medio rural. Disfruta de un paseo al aire libre o de la compañía de un buen libro. «Nunca hago nada con prisa», dice, aunque tuvo que hacer una excepción durante los primeros meses de la pandemia. Y es que la crisis sanitaria hizo crecer el volumen de trabajo de varios negocios locales, entre ellos, el de su farmacia, situada en Grañén, debido a las restricciones a la movilidad y el aumento temporal de la población en pequeñas localidades.

 

«Los dos primeros meses fueron muy complicados, de mucha exigencia, al crecer el número de clientes. Hubo personas mayores que se trasladaron a los pueblos convencidas de que estarían más seguras y además, otras muchas a las que sus hijos ya no podían traerles aquello que necesitaban desde la ciudad. También subió el número de pedidos a domicilio o las consultas telefónicas», explica. Y, al mismo ritmo, crecieron los nervios y la preocupación en la rebotica. De hecho, reconoce que la plantilla al completo se contagió de la histeria y el miedo generalizados por la falta de certidumbres sobre un virus que comenzaba a hacer estragos especialmente entre los más mayores.

 

«Al llegar a casa, me volvía a lavar las manos con estropajo, me quitaba la mascarilla y por fin, me concedía un respiro», señala, al describir el final de las maratonianas jornadas que alteraron su día a día. La crisis sanitaria todavía se deja notar en su rutina. De hecho, las consultas de las personas mayores siguen siendo elevadas, ya que todavía no han recuperado del todo el contacto cara a cara con su médico y siguen recibiendo muchas indicaciones vía telefónica.

 

La plantilla al completo está formada por mujeres que residen en el municipio.

La plantilla al completo está formada por mujeres que residen en el municipio.

Aunque el número de contagios ha sido mayor, las siguientes olas se han vivido ya de forma diferente y la farmacéutica ha ido recuperando su ritmo habitual. Además del establecimiento situado en Grañén, la plantilla atiende doce botiquines, que se sitúan en localidades del entorno y acercan este servicio a la población. Al igual que en la panadería o el supermercado, «hablas con cada uno, les preguntas por la familia o por su día a día», explica. «Aquí nos conocemos todos y por lo tanto, el trato es cercano y familiar», añade la farmacéutica.

 

El negocio está atendido por cuatro mujeres, incluida la propietaria, a la que se suma la persona responsable de la limpieza. Las cinco están asentadas en el medio rural. «Hacemos guardias y por lo tanto, necesito que mi personal viva en la propia localidad o muy cerca», puntualiza Álvarez, que contribuye y mucho al asentamiento de población. De hecho, si la mujer echa raíces lo hace también el resto de la familia. Al ser además de la propia localidad, el cliente tiene asegurada la cercanía y la confianza. A pesar de las ventajas laborales, con un negocio estable y en la puerta de casa, Álvarez confiesa que tiene dificultades para encontrar personal. Detrás, vuelve a estar la despoblación y el envejecimiento. Y es que, tal y como reconoce, el problema no sería tal si pudiera emplear a personas que viven en la capital oscense o su farmacia estuviera enclavada en el medio urbano.

 

Son muchos los que siguen cambiando el pueblo por la ciudad, reconoce la farmacéutica, sin explicárselo del todo, al menos, en el caso de la localidad de Grañén, que conserva un gran número de servicios y además, «está a un paso de Huesca, por si te atraen las opciones culturales y de ocio que ofrece». No obstante, vivir aquí es la opción minoritaria, muy poco frecuente entre las últimas generaciones y descartada por los funcionarios como maestros o médicos. La mayoría reside en la capital oscense y se desplaza a diario. En su opinión, la falta de crecimiento de la propia ciudad juega en contra de las opciones de desarrollo de los pueblos cercanos. «Al final, es la pescadilla que se muerde la cola. A menos población, menos servicios», lamenta, reconociendo las dificultades y riesgos que deben asumir aquellos que optan por poner en marcha un negocio en el medio rural. «Mi caso es diferente. La mayoría de mis clientes son mayores y además, nadie puede abrir otra farmacia», explica.

 

Aunque hay servicios que se pierden, otros son incipientes. El Ayuntamiento de Grañén ya lleva tiempo trabajando para implantar un Grado de Formación Profesional de Farmacia. En Aragón, solo existe en Zaragoza. La demanda es muy alta y su incorporación al mercado laboral está prácticamente garantizada. De materializarse, Álvarez asegura que sería muy positivo para la localidad, ya que atraería a estudiantes de diferentes zonas y daría vida al pueblo. 

 

Covadonga Álvarez se ha criado en una rebotica, entre medicamentos de todo tipo y productos relacionados con el cuidado. Sus padres son de Asturias, lo que explica su nombre, y ella nació en Madrid, aunque se crio en una población similar a Grañén, Yunquera de Henares (Guadalajara), donde su madre regentaba la farmacia. De allí, se trasladaron a Canfranc, donde se mantuvo hasta su llegada a Los Monegros, que tuvo lugar hace ya dos décadas. «Me vine por la farmacia. Me ofrecía la oportunidad de crecer, ya que era más grande que la de Canfranc y al final, era a lo que aspiraba», explica, satisfecha con la decisión. «Aquí me siento en casa. Me gusta salir a la calle y saludar a la gente», dice, aunque sin descartar nuevos cambios, ya que «me adapto con facilidad». Para ella, moverse es algo natural, como lo fue en su día estudiar farmacia, «ya lo tenía aprendido», concluye. 

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 Abril y mayo

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 10, 11 y 12 de mayo

Farlete Templario 2024. Feria medieval y mercado artesanal con una amplia programación: juegos infantiles, talleres, desfiles y mucho más.