
El alcalde de Ginebra, Alfonso Gómez, hablando durante el acto.
El pasado 29 de septiembre, y coincidiendo con el aniversario del nacimiento de Miguel Servet, Ginebra acogía un modesto acto en el que se inauguraba una nueva placa epigráfica, colocada a los pies de la estatua en honor a Servet que tiene la localidad, y en la que se reconoce Villanueva de Sijena como patria natal del humanista ajusticiado por Calvino.
El trágico final de Servet en 1553 en Ginebra, tras un largo periplo por la Europa renacentista y de la Reforma, e instigado por Juan Calvino, «ha marcado notablemente la historia de Ginebra», tal y como reconocía el consistorio suizo. «Arrestado en Ginebra, dirigida en ese momento por Juan Calvino, después juzgado y condenado a muerte por herejía. Quemado vivo en la hoguera, Miguel Servet permanece hasta hoy como un símbolo de la intolerancia religiosa, su ejecución representa un momento trágico pero crucial de la historia de la libertad de pensamiento».

Descubrimiento de la placa en la que se indica Villanueva de Sijena como lugar natal de Servet en la estatua de Ginebra.
En 1903, 350 años después del suceso, la ciudad inauguró un monumento expiratorio, colocado cerca del lugar donde se instaló la hoguera, en el barrio de Champel. En 2011, año del quinto centenario de su nacimiento, y gracias a la iniciativa del historiador oscense José María Adell (quien había ejercido como profesor en el IES Monegros-Gaspar Lax de Sariñena) la ciudad sumó una placa en la que se indicaba que el lugar de nacimiento había sido “Villanueva de Aragón”, tal y como habría declarado el propio Servet durante su proceso, para no indicar el lugar exacto (y evitar posibles represalias a la familia). Ahora, la nueva placa colocada aclara su origen con exactitud y sin dar lugar a equivocaciones.
En el acto estuvieron presentes el alcalde la de ciudad, Alfonso Gómez; el cónsul de España en Ginebra, Luis Fernández Cid, y el historiador oscense José María Adell. Durante el mismo, las autoridades locales afirmaron que «rendir homenaje a Servet es reconocer una parte dolorosa pero importante del pasado ginebrés. Es celebrar los valores de tolerancia, de libertad de expresión y de respeto de las diferencias, que están en el corazón de las sociedades modernas democráticas. Es también una llamada a no repetir jamás los errores del pasado, ilustrando los peligros del fanatismo y la importancia de defender las ideas y la libertad de expresión».












