«Estoy orgullosa de su entrega y compromiso»

Mª Pilar Guerrero es la directora de la residencia de Sariñena.

El segundo turno de trabajadoras a su llegada. R. Gobantes.
El segundo turno de trabajadoras a su llegada. R. Gobantes.

La directora de la residencia municipal de Sariñena, María Pilar Guerrero, tiene clara la fórmula para sobrellevar los días de confinamiento, que ya superan la quincena, después de que el centro quedará en cuarentena el pasado 25 de marzo, tras detectarse un importante brote de coronavirus. Aunque admite que al principio le costó asimilar la «triste» situación, supo reaccionar y encontrar la solución: «volcarse en el cuidado de los mayores».

La filosofía ha sido aceptada por las trabajadoras del centro asistencial, que ha perdido a un total de siete internos. «Nada podemos hacer contra la enfermedad. Algunos podrán superarla y otros, no, pero nuestra obligación es estar a su lado, atenderlos y cuidarlos, como si fuesen nuestros propios familiares; algo que las trabajadoras han entendido desde el primer momento», señala Guerrero.

La jornada este jueves ha resultado muy intensa en la residencia municipal de Sariñena, ya que ha tenido lugar el primer cambio de turno. Tras quince días confinadas junto a los internos, han salido las integrantes del primer grupo, 19 mujeres y un hombre, que han demostrado «una gran valentía y generosidad», señala la directora del centro, donde permanecen alrededor de medio centenar de usuarios.

«No es una situación fácil. Las trabajadoras han estado lejos de su familia y han vivido momentos duros, de preocupación e incertidumbre, pero han entendido que solo existe una forma de sobrellevarlo: volcándose en el cuidado de los residentes», ha reiterado Guerrero. En su opinión, todas ellas «han demostrado una gran entrega y compromiso». Y, como ejemplo, explica que a muchas les ha costado hacer las maletas tras su turno y abandonar el centro. «Han estado toda la semana esperando que llegara este día y al final, les ha costado marchar. No querían dejar a los residentes», explica. «Casi he tenido que despacharlas», añade.

Durante la jornada del jueves, también ha tenido lugar el momento más feliz de los vividos hasta ahora. Y es que a las puertas del mismo se ha acercado la primera residente contagiada que ha recibido el alta médica, Benita Buisac, que ha sido trasladada a la capital monegrina desde la residencia La Abubilla de Yéqueda. La mujer, de 87 años, acabará de recuperarse en su casa.

Dentro del centro, los internos siguen aislados de forma individualizada, tengan o no síntomas compatibles con Covid-19. De hecho, el centro completo fue considerado como un positivo después de los primeros fallecimientos y contagios. Ahora mismo, según describe Guerrero, la situación parece controlada, ya que los internos con posibles afecciones están estables. Todos ellos son controlados a diario por las profesionales del centro de salud de Sariñena, que están volcadas con la residencia, donde pasan gran parte de su jornada.

El Ayuntamiento de Sariñena está luchando para que trabajadoras y residentes sean sometidos a las pruebas de detección y de este modo, sea posible separar a positivos y negativos, lo que permitiría recuperar cierta normalidad, «siempre bajo criterios médicos», señalan desde el consistorio.

El importante brote detectado ha generado una «comprensible» preocupación en la plantilla, tal y como admite Guerrero, que a su objetivo de cuidar a los residentes suma el de «proteger a las empleadas». En esta labor, agradece las donaciones de material de protección y en general, todas las muestras de cariño recibidas, que «han sido muchas y que nos permiten mantener el ánimo». «Nos sentimos muy apoyadas», añade. También agradece el trabajo de coordinación y atención de los Servicios Sociales de la Comarca de Los Monegros, que han sido los encargados del contacto entre residentes y familiares, así como la implicación de la Unidad Militar de Emergencias.

«Por suerte, aquí no hemos tenido dificultades como en otros centros. Las trabajadoras han comprendido que deben estar al lado de los internos y acompañarlos, velando por su bienestar. Han sabido anteponer el interés general al personal», ha señalado Guerrero.

«Han creado fuertes lazos de amistad»

A lo largo de los días de confinamiento, las trabajadoras descansan y duermen en la denominada zona limpia, un espacio con 22 camas habilitado en el centro social, que está ubicado de forma anexa a la residencia.

Según detalla Guerrero, entre ellas se han creado fuertes lazos personales, tras quince días conviviendo juntas. Han vivido situaciones difíciles, y no solo por lo ocurrido en el centro, ya que algunas han sufrido pérdidas estando dentro o una ha sido abuela durante el confinamiento. «Se han apoyado mucho y han creado unos lazos muy fuertes», ha señalado.