Lastanosa, el nacimiento de un destino rural

Lastanosa está renaciendo gracias al turismo rural.

Iglesia de Lastanosa.
Iglesia de Lastanosa.

En los límites geográficos entre Los Monegros y el Somontano, donde el paisaje empieza a ser más amable, Lastanosa se presenta como un simpático caserío a las faldas de las laderas en las que se ubican sus ermitas, San Sebastián y Santa Ana, patrones de las fiestas de invierno y verano, respectivamente. Ambas de factura sencilla, con dos arcos apuntados la segunda a modo de porche, y con un cuidado entorno y paseo, su acceso hace las delicias de vecinos y visitantes, recompensado con magníficas vistas al llegar hasta ellas.

Pero la celebración más importante es la de San Salvador, el 6 de agosto, a quien se dedica la iglesia, erigida en el centro de la localidad en el siglo XVI, sobre los restos de una edificación medieval, y el retablo, cuyas tablas restantes siguen en el interior del templo parroquial.

Lastanosa está salpicada de casas solariegas, algunas destacadas y monumentales, como Casa Calvo, casa Marcellán o casa Puyuelo, constituyendo buenos ejemplos de arquitectura señorial aragonesa, y dando un aspecto distinguido a su trama urbana. Dos edificios similares se han convertido en los últimos años en alojamientos rurales, uno de ellos con servicio de restaurante, atrayendo visitantes de toda la provincia que llegan para disfrutar de la tranquilidad y atardeceres de esta pequeña localidad, ubicándola en el mapa de destinos rurales especiales.

Aunque perdió en la primera década de los 2000 a la mitad de sus habitantes, quedando en la treintena de empadronados que tiene hoy, y tras una década sin nacimientos, el pasado año nacía el primer niño en la localidad, un símbolo de esperanza en su lucha contra la despoblación y envejecimiento.