
Vicente Marco, en su explotación de trigo, ubicada en el municipio de Grañén.
A diario son miles las personas que sin saberlo colocan en la mesa de su desayuno productos que tienen como origen los campos de Los Monegros, donde se cosecha una parte del trigo que se destina a la elaboración de galletas tan conocidas como Fontaneda o Príncipe. Bajo los estándares de la metodología Harmony, impulsada por el grupo Mondelez Internacional, este cereal sigue un sistema de producción sostenible y respetuoso con el medioambiente.
El oscense Vicente Marco, socio del secadero de cereales Santiago de Grañén, es uno de los agricultores que han apostado por este modelo de cultivo, que pone el foco en la calidad del grano y en el cuidado de la tierra. Y no es el único. Desde 2019, el secadero de Grañén y sus socios han trabajado con esta metodología en una media de entre 200 y 250 hectáreas, siempre con el respaldo del equipo técnico de la SAT y bajo la coordinación del grupo AN. Ángel Mainer y Ana Sanz, ingenieros agrónomos del secadero, acompañan a cada agricultor en el proceso, ofreciendo asesoramiento personalizado y seguimiento continuo para optimizar los rendimientos sin comprometer la sostenibilidad del suelo.
Del total de las hectáreas dedicadas, once pertenecen este año a la explotación de Vicente Marco, que forma parte de este programa desde el año 2021, con el ánimo de sumar «a crear un futuro para la agricultura y respetar aquello que nos da de comer, es decir, la tierra». «Para nosotros, es el principal aliciente», apunta el joven agricultor, valorando además la satisfacción y el orgullo que generan cultivar trigo para la elaboración de productos tan conocidos y apreciados por los consumidores.
El programa Harmony conlleva la implementación de una serie de pautas y medidas muy concretas. A modo de resumen, se trata de seguir un código de buenas prácticas, proteger la biodiversidad así como colaborar con expertos o cooperativas. Así, como ejemplo, se incluye la obligación de rotar cultivos para evitar el agotamiento del terreno o dedicar un 3% de la superficie prevista al cultivo de flores melíferas, que favorecen la polinización y protegen especies como abejas y mariposas. Para ello, los agricultores tienen de tiempo hasta el próximo 30 de abril, según explica Marco, que se muestra en consonancia con esta medida. También hay que seguir un estricto control en el uso de fitosanitarios y únicamente utilizar semillas certificadas, que deben utilizarse en las cantidades precisas. Para ello, «hemos seguido las indicaciones de los técnicos del secadero de cereales Santiago de Grañén y en esta explotación, la cantidad recomendada ha sido de 230 kilos por hectárea», detalla Marco.
Tras varias campañas siguiendo esta metodología, el agricultor ha observado un buen rendimiento de las variedades cultivadas. Por ejemplo, el pasado año obtuvieron una cosecha de 9.000 kilos por hectárea en una tierra de riego a manta. De media, una buena cosecha ronda los 7.000.
Desde el secadero de cereales Santiago de Grañén, destacan su firme apuesta por este modelo de producción, que consideran clave para el futuro del sector. «El trigo Harmony garantiza una producción de calidad y además, aporta un valor añadido a nuestros agricultores, que ven recompensado su esfuerzo con una mejor rentabilidad y con el orgullo de formar parte de una cadena de producción sostenible», indica el gerente de la SAT, Mariano Ordás.
A nivel nacional, el programa Harmony está implantado en zonas productivas de Aragón, Navarra y Castilla León, donde se cultivan miles de toneladas de trigo sostenible con el fin de garantizar la calidad de la materia prima y reducir el impacto medioambiental.