Tardienta exhibe el legado fotográfico del maestro Pablo Santolaria Ducons

La exposición con las imágenes recuperadas tendrá lugar este viernes e incluirá una actuación musical.
Imagen procedente del Fondo Pablo Santolaria Ducons. Procesión de la Virgen de Gracia. Fechada entre 1890-1920

Imagen procedente del Fondo Pablo Santolaria Ducons. Procesión de la Virgen de Gracia. Fechada entre 1890-1920

 

Pablo Santolaria Ducons (1851-1921), Don Pablo, sigue siendo muy recordado y querido en la localidad de Tardienta. Allí ejerció como maestro durante casi 25 años, entregado a su labor docente y aplicando una moderna pedagogía. Algunas de sus clases se desarrollaban al aire libre y además, trasladaba al aula su interés por todo tipo de materias como la música, la astronomía o la papiroflexia.

 

Dentro de su carácter humanista, también incluía la fotografía, siendo todo un pionero. De hecho, llegó a instalar un laboratorio en su propia casa. En el año 2017, uno de sus nietos, Miguel Ángel Santolaria, descubrió en el cajón de una cómoda familiar dos sobres con negativos de cristal que procedían de los laboratorios Lumière de París y que eran propiedad de su abuelo paterno. Todo un legado fotográfico que ha ingresado en la Fototeca de la Diputación Provincial de Huesca y que podrá ser admirado en la próxima exposición organizada en Tardienta. Su inauguración tendrá lugar este próximo viernes.

 

Las placas halladas fueron reveladas por el fotógrafo zaragozano José Luis Cintora y después, remasterizadas y digitalizadas en la Fototeca de Huesca. En total, el fondo suma 63 imágenes, que fueron tomadas entre 1890 y 1920. Aunque la mayoría son retratos familiares, destacan por su valor documental las relacionadas con las tareas cotidianas, acontecimientos y actos festivos. También hay varias de su propia labor docente.

 

 

Aunque nació en Huerto, la trayectoria vital y profesional de Pablo Santolaria Ducons está ligada a la localidad de Tardienta, donde se trasladó al ganar en oposición su plaza de maestro en octubre de 1887. Allí se casó con Antonia Viñuales Abadía, con la que tuvo doce hijos. No obstante, dada la alta mortandad infantil de la época, solo tres alcanzaron la edad adulta: Antonio, Pablo y Juliana.

 

Fue un maestro ejemplar. Nunca dejó a ningún niño sin escolarizar. A principios del pasado siglo XX, obtuvo una mención honorífica de la Casa Real al conseguir que Tardienta fuera el único pueblo de Aragón sin analfabetos.

 

Pablo Santolaria Ducons era además un hombre con dotes de conferenciante y un gran amante de la música. Tocaba con destreza la guitarra y la bandurria y además, poseía una gran voz lírica. Su nieto, Miguel Ángel Santolaría, ha heredado esta última virtud natural. Y, precisamente, justo antes de la inauguración de la exposición, ha organizado una actuación musical, a través del colectivo que preside, la Asociación de Amigos de la Música. Al escenario, se subirán una docena de intérpretes, incluido el nieto del maestro así como la reconocida soprano Estrella Cuello. La actividad comenzará a las 18.00 en el centro cívico y una hora después, a las 19.00, tendrá lugar la inauguración de la exposición fotográfica.

 

Santolaria cuenta además una curiosa anécdota relacionada con su abuelo, que tuvo lugar en el año 1.864 y que tiene como protagonista al más famoso de los bandoleros de Aragón, Mariano Gavín Suñén, el Cucaracha, natural de Alcubierre. En aquella época, el padre del maestro, Pablo Santolaria Roy, también conocido por su carácter liberal y dialogante, se ocupaba de distribuir el correo postal. Un día cayó enfermo. De forma habitual, cuando eso ocurría, su primo hermano le suplía, pero también él estaba enfermo aquel día; así que la tarea recayó en el joven Pablo Santolaría, que tenía 13 años y que marchó con un asno a recoger la saca a la estafeta de Sariñena. Al regresar, se le apareció un hombre a caballo, que le preguntó por su padre y por si había almorzado. Al parecer, y sin reparar en la contestación, se lo llevó a un paraje cercano, echó una manta al suelo y sacó pan, magras y vino. Tras curiosear las cartas y quedarse con un par de diarios, despidió al muchacho diciéndole: «Que se mejoren tu padre y tu tío. Y no olvides decirles que has estado almorzando con Cucaracha».