Laura Ezquerra, la historia de una monegrina fiel al Nowhere: «Me vine sin saber lo que era y aquí sigo ocho ediciones después»

El antifestival más singular e internacional de Aragón celebra este año su 20 aniversario en Los Monegros.

Laura Ezquerra, natural de Lanaja, junto a Enrique Rodíguez, otro de los participantes nacionales.

Aunque todavía es algo simbólico, Nowhere, el antifestival más internacional, multitudinario y singular de Aragón, cada vez cuenta con un mayor número de participantes autóctonos, es decir, de diferentes localidades de Los Monegros. Laura Ezquerra, natural de Lanaja, es una de las más fieles a esta cita, que este año cumple su 20 aniversario y que reúne a 2.750 personas de 45 nacionalidades diferentes.

 

La monegrina, que es enfermera y reside en Mallorca, vive este año su octava edición, que arrancó el martes y finalizará este domingo, sin dejar rastro, lo que permite cumplir con uno de los diez principios básicos de la experiencia. En su día, descubrió el evento gracias a la invitación que recibió de una amiga. «Nos vinimos a la aventura, sin saber muy bien qué era el Nowhere o qué esperar de este lugar, y yo ya no salí. Me quedé toda la semana y después, año tras año, hasta el día de hoy. Y ya van ocho ediciones», detalla.

 

Nowhere puede definirse como una efímera comunidad levantada en mitad de la nada. En concreto, ocupa 40 hectáreas, una amplia explanada situada en la sierra de Jubierre (Castejón de Monegros), sin viviendas habitadas en varios kilómetros y sin sombras naturales. Para sobrevivir aquí y además, cumplir con otro de sus principios, la autosuficiencia, los participantes deben proveerse de todo lo necesario: víveres, agua y productos de aseo. «Nada se compra ni se vende, excepto el hielo», señala la monegrina.

 

Para optimizar recursos, y haciendo gala de su sentido de comunidad, la mayoría de los inscritos, se agrupan por barrios. En total, hay 48. El modelo de convivencia es nuevo para Laura. De hecho, según explica, es la primera vez que ha optado por unirse a uno de ellos, el denominado ‘Olive Odisse’, donde tiene su morada en mitad de la nada. «Siempre había elegido la acampada libre, lo que ocurre es que ahora tengo aquí una pequeña familia y finalmente, he decidido convivir con ellos», explica. La experiencia es muy diferente. En el primer caso, la logística es individual y en el segundo, colectiva, es decir, cada uno se encarga de una tarea, desde el acondicionamiento de las zonas de descanso, ocio o convivencia a la provisión de víveres o la limpieza.

 

Laura explica que es la responsable de garantizar el suministro de agua en su barrio, donde conviven un total de 35 personas de diferentes nacionales. Para moverte por la comunidad y además, hacer buena su apuesta por la interacción social y el aprendizaje mutuo, el inglés es indispensable. De hecho, es la lengua común y más usada, aunque también se escucha hablar en francés, alemán, portugués u holandés. Hay personas de casi todos los rincones del mundo, desde Estados Unidos a Israel o Finlandia.

 

Laura Ezquerra tiene claras las razones que le llevan a repetir. «Para mí, lo más importante son las personas que me encuentro edición tras edición. Se trata de un lugar que no te deja de sorprender, que siempre te ofrece algo nuevo, donde reina un ambiente de comunidad y solidaridad», señala la monegrina. «Desde que vine, mi vida ha sido diferente, ya que he descubierto cosas nuevas que me han aportado mucho y además, siento que aquí tengo una familia, que me acompaña dentro y fuera del Nowhere». 

 

Enrique Rodríguez junto a uno de los vehículos de arte y su creador.

Dentro de su pequeña familia, está otro español, Enrique Rodríguez, natural de Toledo, que forma parte de la organización. De hecho, es uno de los empleados fijos del Nowhere. Al joven, el antifestival le ha dado mucho más de lo que podía esperar: un trabajo, flexible y creativo; y la oportunidad de conocer a su pareja, Carmen, de origen francés. Ahora, teletrabaja desde el país vecino y durante un mes y medio, se traslada a su oficina física, es decir, a ‘ningún lugar’ de Los Monegros.

 

Para él, Nowhere «es comunidad, inclusión y autoexpresión». «Se trata de un lugar donde la gente es libre para hacer lo que quiera», añade. Y eso se ve reflejado en cada rincón del espacio, salpicado de obras de arte que hay que mirar con más de un sentido y de personas con atuendos imposibles de sostener en el mundo real.

Julia, llegada de Alemania, con un atuendo en el que dar rienda suelta a su autoexpresión.

Julia, natural de Alemania, es un buen ejemplo de autoexpresión, con frutos rojos y rosas sobre la cabeza y un fular de gasa del mismo tono atado a la cintura. Así luce en su cuarta participación en el Nowhere, al que acude por el sentido de comunidad y la posibilidad de «expresarse y crear con libertad». Y su forma de pensar es mayoría en el entorno. La participante alemana también valora la idea de «ver la experiencia como una especie de laboratorio, donde probar formas de hacer y sentir de forma recreativa y después, aplicarlas en mi día a día», señala.

 

La joven está entre los decenas de voluntarios del antifestival, donde unos velan por el bienestar del conjunto mientras otros se aseguran de mantener limpio el espacio. De hecho, es imposible ver un papel, un vaso o una colilla en el suelo. Y, al finalizar, se van sin dejar rastro de la efímera comunidad.

 

Nowhere no cuenta con artistas invitados. Ni tampoco se necesitan. Los participantes son los que se encargan del desarrollo de las actividades, llevando a cabo talleres de arte, cocina, meditación o yoga. También hay bailes de máscaras, malabares, performances y por supuesto, numerosas sesiones de música de día y de noche.

El antifestival vuelve a ocupar una parcela de 40 hectáreas en la sierra de Jubierre.

Celebración de cumpleaños

La programación diseñada incluye una fiesta de cumpleaños con motivo de su 20 aniversario, que recogerá la práctica totalidad de los diez principios básicos del Nowhere. Habrá tarta, lista para compartir; música, con relevos entre técnicos de sonido y luces; un amplio escenario abierto a la participación; y puede que una piñata con regalos. «Será todo lo que se puede esperar de una fiesta de cumpleaños», señala Erin Healy, una de las directoras del Nowhere. Y es que el objetivo será recrear una celebración clásica, aunque con el sello del evento, que puede entenderse como un escalón más en el modelo actual de ocio y arte. Aquí reina la libertad más absoluta.

 

En 2023, la temática de la fiesta central fue el típico baile de instituto de los Estados Unidos, según explica Healy, que viaja cada año desde Londres. Para la ocasión, hubo disfraces únicos, adaptando elementos clásicos como las muñequeras de flores. La nueva fiesta de cumpleaños, que tendrá lugar este sábado, día 6 de julio, promete atuendos imposibles y, como en las clásicas, otra oportunidad de estrechar lazos de amistad y familiares. Y es que las relaciones sociales son uno de los ejes del Nowhere. «Aquí creamos una familia y además, cultivamos el sentido de comunidad. No solo importa la gente que conoces sino lo que el contacto con esas personas te enseña de ti mismo, abriéndote a nuevos aprendizajes y formas de enriquecer tu vida», añade Healy, que comparte la dirección con otras dos mujeres, Paloma Zulueta y Ancka Stefan.

Peter, junto a la escultura que ha vuelto a trasladar al Nowhere.

Peter, junto a la escultura que ha vuelto a trasladar al Nowhere.

Las tres forman parte del relevo natural de Peter Johnson, vecino de Newcastle (Inglaterra), que deja su cargo después de 18 años y que tendrá su propio homenaje. Durante dos décadas, el inglés ha fomentado la vertiente artística del Nowhere, que está considerado el hermano pequeño del conocido Burning Man, organizado en Estados Unidos y consagrado al arte. En esta ocasión, y con motivo del 20 aniversario, los organizadores han abogado por el regreso de algunas de las propuestas exhibidas desde su nacimiento y en total, entre las recuperadas y las de nueva creación, se puede ver 47 instalaciones, que se distribuyen entre las 40 hectáreas que ocupa el certamen. Peter Johnson ha recuperado la suya, realizada en 2014, un conjunto de juncos, que al iluminarse y ser mecidos por el viento simulan el movimiento de las olas o de la hierba de los pastos. Para él, «el arte es el elemento más importante del Nowhere, lo que hace no se convierta en una simple rave y adquiera un sentido más elevado».

 

Como toda buena fiesta de cumpleaños, el certamen guarda además muchas sorpresas, es decir, momentos inesperados y divertidos que hacen que cada edición sea única e irrepetible. Otro de los dones de este singular evento.