Sena, el pueblo donde la gaita de boto tiene el futuro asegurado

Nuria Montull forma a las nuevas generaciones de músicos locales.
Imagen de algunos de los alumnos de la escuela de gaita y danza de Sena junto a su profesora, Nuria Montull.

Imagen de algunos de los alumnos de la escuela de gaita y danza de Sena junto a su profesora, Nuria Montull.

 

La gaita de boto tiene su futuro asegurado en Sena, donde son muchos los niños y niñas que sueñan con tocar este ancestral instrumento y poder acompañar en un futuro al grupo local de dance.

 

Alejo, Leo, Lorenzo, Marian, Vera y Héctor tienen entre 10 y 12 años de edad y ya son capaces de interpretar algunas de las mudanzas que suenan en los días de fiesta de la localidad. A ellos, se une además una séptima gaitera, Clara, de 26 años, que sigue los pasos andados por su profesora, Nuria Montull, de 27, que es la responsable de la formación de esta nutrida cantera. También dirige otro numeroso grupo de dulzaina integrado por niños y adultos.

 

No es fácil encontrar una cantera tan nutrida. Sena es una excepción. Para explicarlo, Nuria Montull remite al deseo conjunto de los vecinos de este municipio de conservar sus tradiciones. «Sena -dice- tiene un rico patrimonio musical y conserva antiguas melodías. Tenemos dance, rondalla, coro, grupo de tambores… Aquí el folclore se mama desde la cuna y darle continuidad es algo casi natural, especialmente cuando hablamos del dance, donde la gaita es el instrumento de referencia». «Hemos crecido viendo ensayar y actuar al dance y por lo tanto, muchos de nosotros soñamos con llegar a formar parte de la formación en un futuro», añade.

 

Nuria Montull asumió las riendas de la escuela local de gaita y dulzaina en 2017. La joven es pianista de profesión y además, es una consolidada gaitera. La música es su pasión. «A los cuatro años, mi madre me metió en la rondalla a cantar y bailar, aunque yo lo que quería era aprender a tocar la guitarra, y finalmente, lo hice de la mano de Miguel Ángel Gerbás. Después, y mientras avanzaba con mis estudios de conservatorio, aprendí a tocar la dulzaina y la gaita. Primero, con Eduardo Plana y después, con Mario Gros y Rafael García Hermoso en la Escuela Municipal de Música y Danza de Zaragoza», explica. Además, según relata, siempre ha contado con las enseñanzas y los consejos de otra gran folclorista local, Pilar Monter. «Para mí, es toda una inspiración», dice.

 

De ella, entre otros aspectos, ha aprendido la importancia de alentar la ilusión de sus alumnos, con clases muy dinámicas y adaptadas a sus inquietudes. «Aunque dedicamos una parte al estudio del lenguaje musical, han podido comenzar muy pronto con el instrumento y aprender melodías por imitación. Mi máxima es elevar sus ganas de actuar y hacerles partícipes de la vida cultural del pueblo. No busco la perfección. Ya la irán alcanzando con el paso del tiempo y las horas de ensayo. Para mí, lo importante es alimentar su ilusión», señala Montull. Y lo consigue.

 

Vera y Alejo, que son hermanos, son un buen ejemplo. Ambos aseguran «divertirse» con la música y en especial, con cada actuación en la que tienen la oportunidad de participar. Durante el pasado año, los dos hermanos expresaron su deseo de formar parte de las coplillas que se entonan en los días de fiesta y salieron a tocar con el resto de integrantes de la mano de su profesora. Muchos de sus alumnos también participan de forma habitual en el grupo que acompaña a la comparsa local de gigantes y cabezudos.

 

Precisamente, el deseo de integrarse en esta última formación así como poder llegar a formar parte de la rondalla local animaron al más mayor de los alumnos de la escuela local de gaita y dulzaina, Custodio Buil, que empezó su aprendizaje desde cero. En total, lleva siete años formándose. «Para mí, es una experiencia muy positiva, que me mantiene activo e ilusionado. De hecho, sientes una gran satisfacción cuando la melodía en la que llevas tiempo trabajando por fin sale», señala.

 

 

La primera gaitera del dance

Hace casi una década, Nuria Montull marcó un hito importante en Sena. De hecho, fue la primera mujer en acompañar con su gaita a los danzantes locales y abrir camino a las siguientes generaciones. «Al principio, costó; ahora, ya está aceptado. A nivel local, yo creo que mi presencia ha ayudado a derribar una barrera de género y ha abierto la puerta a la incorporación de nuevas gaiteras. Y eso me enorgullece», señala. «Por suerte, cada vez somos más. De hecho, no soy la única gaitera que acompaña al dance en Los Monegros. Hay otros ejemplos en otras formaciones de la comarca», añade.

 

De su mano, tres de sus alumnas -Marian, Vera y Clara- siguieron sus pasos e hicieron sonar sus gaitas en las últimas fiestas patronales de Sena. «Para la localidad, fue un hito importante y para mí, un orgullo enorme. Sentí una gran emoción. Al llegar a la iglesia, y verme rodeada de mis alumnas, no pude aguantar las lágrimas. Sentí que había aportado algo grande y maravilloso al pueblo», señala Montull.

 

A las tres chicas, también se unió Alejo, que, además de estrenarse como gaitero, y dada su condición masculina, también pudo coger los palos y danzar. En Sena, el dance  todavía está reservado únicamente a los hombres. Para Montull, es algo que podría cambiar, ya que, según explica, «las mujeres también podrían disfrutar de esta tradición y contribuir a su mantenimiento».

 

Al igual que muchos de sus alumnos, ella también ha vivido el dance desde niña. De hecho, su abuelo y después, su padre han sido mayorales de la formación. En la actualidad, también danza su hermano.