Sandra Cuello, feliz tras su victoria épica en Benasque.
A veces ganar no es lo más importante. A Sandra Cuello, natural de Robres, le bastaba con resistir y llegar. Y eso hizo. Siguió adelante, paso a paso, con un único objetivo en mente: cruzar la meta. Lo logró… y además, en primera posición, firmando una victoria épica en la Gran Trail Aneto-Posets, una de las pruebas más exigentes del calendario nacional, con 105 kilómetros de recorrido y más de 6.700 metros de desnivel positivo. Para la monegrina, «solo llegar ya era un sueño», señala, aún emocionada por la experiencia vivida.
Sandra Cuello no salió a ganar. Salió a hacer su carrera. Quería saldar la cuenta pendiente del año anterior, cuando tuvo que retirarse, y por eso su único plan era terminar. Y lo demás llegó casi sin buscarlo. Corrió con la cabeza fría, dosificando fuerzas desde el inicio, reservando en el primer bucle, el que da la vuelta al Aneto, y dejando que las piernas decidieran el ritmo a partir de ahí. Se colocó primera desde los primeros compases y mantuvo la posición durante toda la carrera, sin apenas referencias, sin saber cuánto le recortaban sus perseguidoras. «No me dejé llevar ni por la emoción ni por las expectativas», explica. «Solo pensaba en seguir adelante, en hacer mi carrera, concentrada en mis propios tiempos y objetivos, que se iban cumpliendo avituallamiento a avituallamiento. El resultado era secundario», relata.
Cuello, durante el desarrollo de la prueba, que consta de un recorrido de 105 kilómetros.
El trayecto tuvo momentos de crisis. Durante la noche, hubo dos fuertes tormentas, con mucho aparato eléctrico y granizo, y además, vivió una situación difícil tras completar el primer bucle. «Llegando a Eriste, a mitad de carrera, con 60 kilómetros por delante, sentí que no tenía piernas. Pensé que no podía más, que otra vez tendría que retirarme. Pero me obligué a darle la vuelta. A comer, beber, hacer lo que hiciera falta, pero seguir. En una prueba como esta, si dudas, caes», explica. Y le funcionó. «Poco a poco, fui encontrándome mejor, y pude reconducir la situación», recuerda.
Tampoco fueron sencillos los últimos kilómetros. De hecho, sus competidoras comenzaron a recortarle tiempo y las últimas pendientes se hicieron muy duras, según explica. «Pensaba que en cualquier momento me iban a coger. No creí que iba a ganar hasta que volví a entrar en Benasque, prácticamente en la última recta, cuando toqué la cinta con las manos», afirma. Marcó un tiempo de 20 horas y 52 minutos. A solo 12 minutos, entró la segunda, un lapso pequeño en una prueba con esa distancia.
Para lograrlo, además de la preparación mental, realizó un gran trabajo previo, de la mano de su entrenador y nutricionista. También acudió a reconocer el terreno. «Había hecho el trayecto a pie en varias ocasiones y por lo tanto, conocía muy bien el lugar y eso me ayudó mucho en la parte final, ya que empecé a ponerme pequeños retos, casi como un juego. En lugar de pensar en la meta, pensaba en objetivos más cercanos: ahora hasta ese collado, después hasta aquella meta… y así me fui acercando al final», detalla.
Sandra Cuello también explica que hubo otro factor decisivo: el apoyo de los suyos. Amigos y familiares se desplazaron hasta Benasque, animándola en diferentes puntos y trayectos, preocupándose por ello, obligándola a comer y empujándola cuando las piernas fallaban. «Sin ellos no habría ganado. Me cuidaron, me animaron, … la mitad de este trofeo es suyo. Cuando crucé la meta, hubo mucha emoción y lágrimas», asegura. Y la alegría ha seguido en su vuelta a Robres, donde ha recibido la admiración y el cariño de la población.
